Cuando hablamos de dar clase en un entorno bilingüe, una de las grandes preguntas es: ¿cómo lograr que el alumnado entienda lo que le estás contando sin recurrir todo el rato a su idioma nativo? En ese momento aparece el input comprensible, ese concepto que puede parecer técnico al principio, pero que tiene mucho de sentido común pedagógico. Se trata de dar información en el idioma que queremos enseñar, pero de tal forma que el estudiante pueda entenderla, aunque aún no domine del todo el idioma. Y no, no es cuestión de “traducir todo”, es más bien de encontrar el equilibrio entre lo que el alumno ya sabe y ese pequeño salto que lo empuja a avanzar sin que se sienta perdido. Si a nivel profesional te interesa profundizar en cómo aplicar estas técnicas en entornos reales de enseñanza, puedes explorar el Máster educación bilingüe, que ofrece formación especializada para docentes que buscan transformar su manera de enseñar sus asignaturas en el idioma Inglés.

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¿Qué es el input comprensible?

El input comprensible es una de esas ideas que, cuando te la explican bien, ves que tienen todo el sentido del mundo. Lo propuso Stephen Krashen, uno de los grandes en el ámbito de la adquisición de lenguas, y su propuesta es sencilla pero poderosa: los estudiantes aprenden mejor cuando reciben información que pueden entender, incluso si todavía no dominan completamente el idioma. Esa información tiene que estar justo un peldaño por encima de lo que ya conocen. A eso lo llamó Krashen “i+1”. El “i” es el nivel actual del estudiante, y el “+1” ese empujoncito que lo hace avanzar.

Pero el truco está en que ese contenido no puede ser inalcanzable. Tiene que haber algo —el contexto, las imágenes, los gestos del profe, o incluso el tono— que ayude a cerrar el hueco que separa lo que se sabe de lo que se quiere aprender. Por eso, el input comprensible no se trata solo del idioma que se usa, sino también de cómo se presenta. Es una mezcla entre saber didáctico, intuición comunicativa y muchas ganas de que el alumno entienda sin frustrarse.

Principios de la pedagogía del input comprensible

El corazón de esta pedagogía está en una idea muy sencilla: si el alumno no entiende, no hay aprendizaje real. El input tiene que ser claro, contextualizado y relevante. Y eso no se logra recitando listas de vocabulario o reglas gramaticales, sino hablando de cosas que interesan, que importan, y que tienen sentido en la vida real del alumnado. La comprensión tiene que ser el eje, no la excepción.

Una de las claves para que esto funcione es la repetición significativa. No se trata de repetir como un loro, sino de volver sobre palabras y estructuras en distintos contextos, de forma natural. Así, el lenguaje se va fijando sin que el alumno lo perciba como una obligación. Otro principio importante es la interacción: el input comprensible no tiene que ser siempre pasivo. Cuanto más participa el alumno, más se involucra emocionalmente y más posibilidades hay de que ese nuevo conocimiento se quede con él.

Input comprensible en el aula

Llevar este concepto al aula es mucho más que adaptar el nivel del lenguaje. Es pensar cada actividad, cada explicación y cada dinámica desde la perspectiva del que aprende. Si el alumno no entiende, no es problema suyo: es señal de que el mensaje no ha sido suficientemente accesible. Por eso, trabajar con input comprensible requiere una actitud activa por parte del docente. No basta con tener una explicación bien estructurada; hay que estar atentos a las caras, a los gestos, a las señales de que alguien se ha quedado atrás.

En aulas bilingües, por ejemplo, el uso del input comprensible es absolutamente fundamental. No se trata de traducir o de rebajar contenidos, sino de ofrecerlos con apoyos visuales, con ejemplos que conecten con lo cotidiano, con repeticiones estratégicas que permitan reforzar sin aburrir. Y, sobre todo, de fomentar que el alumno use lo que va entendiendo, aunque no lo diga perfecto. El aula se convierte así en un espacio vivo, donde se aprende a base de equivocarse, probar, volver a escuchar, y lanzarse a decir aunque falten palabras.

Ejemplos de entrada comprensible para hacer en clase

Narraciones apoyadas con imágenes

Una técnica muy útil es contar una historia sencilla apoyándote en imágenes proyectadas o en dibujos hechos en la pizarra. Mientras cuentas, vas señalando, actuando, exagerando incluso. Esto ayuda a que los estudiantes asocien palabras con acciones y contextos. Puedes contar algo sobre tu día, o crear un personaje inventado que pasa por situaciones que permitan introducir vocabulario específico.

Instrucciones con gestos

Cuando das instrucciones para una actividad, acompáñalas siempre con gestos claros. Por ejemplo, si dices “abrid el cuaderno”, haz el gesto de abrir un cuaderno. Esto facilita que incluso quienes no entienden todas las palabras capten la idea general. Y al repetir esas instrucciones a lo largo de los días, los estudiantes las irán incorporando de forma natural.

¿Qué importancia tiene para los alumnos una información comprensible?

Cuando un estudiante se enfrenta a un idioma nuevo o a una materia en un idioma distinto, lo que marca la diferencia entre aprender y desconectarse es si entiende o no lo que se le dice. Y no hablamos de entender todo al detalle, sino de captar lo suficiente para poder seguir, participar, y construir sentido.

Además, la comprensión genera confianza. Si el estudiante ve que es capaz de entender aunque sea parte del mensaje, se siente capaz, válido, y eso lo motiva a seguir aprendiendo. Y a nivel cognitivo, también es vital: el cerebro necesita anclajes para construir nuevos conocimientos. Si no entiende, no hay ancla, y el aprendizaje se diluye. Por eso el input comprensible es vital para poder enseñar cualquier asignatura en otra lengua.

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