La disciplina positiva es un estilo educativo que se centra en enseñar a los niños a ser responsables y respetuosos, en lugar de simplemente castigarlos por comportamientos no deseados. A diferencia de los métodos tradicionales de crianza, que se basan en el castigo y el control, la disciplina positiva se enfoca en el entendimiento de las necesidades de los niños, en las normas y límites desde el respeto mutuo y en la creación de relaciones basadas en la comunicación efectiva.

En la disciplina positiva, se reconoce la importancia de establecer límites claros y consistentes, pero se entiende que los castigos no son efectivos a largo plazo. Los castigos pueden provocar resentimiento, miedo y desafío en los niños, en lugar de fomentar un comportamiento positivo y autodisciplina. En su lugar, la disciplina positiva se basa en el uso de consecuencias naturales y lógicas, así como la búsqueda de soluciones, para enseñar a los niños sobre las repercusiones de sus acciones y ayudarles a desarrollar habilidades para la vida.

Como profesora y educadora en disciplina positiva, hoy comparto este artículo donde recojo algunas de las diferencias principales entre castigos y consecuencias, ya que, como podrás comprobar, no tienen nada que ver. Si lo deseas, podemos profundizar más en estos temas a través de mis asesorías y talleres tanto para familias como para docentes. También puedes seguirme en mi cuenta de Instagram, donde comparto contenidos relacionados con educación consciente y respetuosa.

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Diferencias entre castigar y poner consecuencias:

1. ¿Donde pones el foco: en el comportamiento o en la enseñanza?

  • El castigo se centra en hacer que el niño se sienta mal y pague por su comportamiento.
  • Las consecuencias se centran en enseñar al niño sobre las repercusiones de sus acciones.
  • El castigo se centra en el pasado, nuestra atención únicamente está puesta en lo que ya ha hecho.
  • Las consecuencias se centran en el futuro, ayudando al niño a comprender cómo sus elecciones afectan a su entorno y a sí mismos.

2. Relación con el niño:

  • El castigo puede dañar la relación entre los padres / docentes y el niño, generando resentimiento y miedo.
  • Las consecuencias, por otro lado, pueden fortalecer la relación al fomentar la comunicación abierta y el entendimiento mutuo.

3. Responsabilidad personal:

  • El castigo a menudo hace que el niño se sienta víctima o culpe a otros por sus acciones.
  • Las consecuencias ayudan al niño a asumir la responsabilidad de sus acciones y a aprender a tomar decisiones informadas.

Lo que se consigue con el castigo

Entonces, ¿el castigo no funciona? Sí, claro que funciona. Funciona a corto plazo. Con el castigo conseguimos detener el comportamiento en ese momento, pero no le estamos enseñando cómo sí debería actuar.

El castigo puede parecer efectivo a corto plazo, ya que puede detener el comportamiento no deseado temporalmente. Sin embargo, a largo plazo, los efectos del castigo suelen ser contraproducentes:

  • Resentimiento y rebeldía: los niños pueden sentirse resentidos hacia sus padres o maestros por castigarlos, lo que puede llevar a un comportamiento desafiante y rebelde en el futuro.
  • Falta de comprensión: el castigo no enseña al niño sobre las consecuencias naturales de sus acciones ni les ayuda a comprender por qué su comportamiento fue inapropiado.
  • Dependencia de la autoridad externa: los niños que son castigados regularmente pueden volverse dependientes de la autoridad externa para regular su comportamiento, en lugar de desarrollar habilidades de autorregulación.

Cómo deben ser las consecuencias

Las consecuencias en la disciplina positiva se utilizan como herramientas de enseñanza, en lugar de formas de castigo. Existen las consecuencias naturales y las consecuencias lógicas:

Consecuencias naturales:

Las consecuencias naturales son los resultados directos y no planeados de las acciones del niño. Por ejemplo, si un niño se olvida su libro en el colegio, la consecuencia natural es que no podrá estudiar para el examen. Otro ejemplo: si no quiere llevar paraguas y llueve, se mojará. Estas consecuencias permiten al niño experimentar las repercusiones reales de sus decisiones y aprender de manera autónoma.

Por supuesto, como adultos responsables que somos, hay situaciones en las que no debemos permitir que los niños experimenten las consecuencias naturales de sus actos. Por encima de todo, es nuestra responsabilidad garantizar su seguridad, salud y respeto. Por ejemplo, si dejamos que nuestro hijo pequeño cruce solito la calle, la consecuencia natural podría ser que le atropellara un coche. Por lo tanto, en ese caso, no permitiremos que experimente las consecuencias naturales de sus actos. Sin embargo, en otras ocasiones sí que podemos valorar que se mojen un poco si está lloviendo, o que suspendan un examen si no han estudiado.

Consecuencias lógicas:

Por otro lado, las consecuencias lógicas son aquellas que los padres o profesores establecen de antemano en respuesta a ciertos comportamientos. Las consecuencias lógicas deben cumplir con ciertos criterios, ya que en caso contrario estaríamos hablando de castigos. Las características de las consecuencias lógicas son:

  • Estar relacionadas con la conducta inicial
  • Ser respetuosas
  • Razonables
  • Reveladas con antelación

Por ejemplo, si un niño se niega a llevar botas de agua en un día lluvioso y termina mojándose, la consecuencia lógica podría ser volver a casa para cambiarse de ropa. Esta consecuencia está relacionada con la acción inicial, es razonable y se revela con antelación, permitiendo al niño comprender las implicaciones de sus decisiones.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que incluso las consecuencias lógicas pueden convertirse en castigos si se utilizan como herramientas de manipulación o control. Por ello, es necesario evitar señalar el error o culpabilizar a los niños, y en su lugar, centrarse en la búsqueda de soluciones y el aprendizaje mutuo.

En resumen, al educar a nuestros hijos, es importante distinguir entre castigo y consecuencia, optando siempre por enfoques que fomenten el respeto, la comprensión y el aprendizaje mutuo. Las consecuencias naturales y lógicas pueden ser herramientas poderosas cuando se aplican con sensibilidad y empatía, ayudando a los niños a desarrollar habilidades para la vida y a fortalecer el vínculo entre padres e hijos.

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