En el post de hoy comparto la entrevista que me han hecho en el diario El Periòdic d’Andorra. Desde aquí quiero agradecer al diario y a la periodista Alba Cladellas.

Podéis leer la entrevista original en catalán aquí: La comunicació, la paciència i la supervisió són claus perquè l’ús de la tecnologia sigui positiu. Y a continuación os dejo la traducción al español:

Cristina Carbonell es profesora especializada en tecnología educativa. Este próximo 29 de mayo conduce una conferencia para familias de niños de cero a 12 años en el Auditori de Canillo. Hablamos con ella para conocer cuáles son los retos y oportunidades que nos dan las nuevas tecnologías.

¿Cuáles son las principales ventajas de la integración de la tecnología en la educación de niños y niñas?

Como todo, la tecnología comporta retos y oportunidades. Las principales ventajas de la integración de la tecnología en la educación de niños y niñas son múltiples: facilita el acceso a recursos educativos variados e interactivos, fomenta la curiosidad, la creatividad, la resolución de problemas y el pensamiento crítico. Les ayuda a desarrollar habilidades digitales básicas que serán esenciales en el futuro. Además, puede adaptarse a las necesidades individuales de cada niño, permitiendo un aprendizaje más personalizado.

Como experta en tecnología educativa, ¿cuáles considera que son los principales riesgos asociados al uso de la tecnología por parte de los niños?

Uno de los riesgos es la exposición a contenidos inapropiados, como la violencia o la pornografía, así como el ciberacoso, el grooming o la pérdida de privacidad, por ejemplo. Sin embargo, es importante destacar que el hecho de que haya riesgos no significa que todos los niños se encuentren en peligro. Aquí es donde entra el papel de los adultos, que debemos acompañar, supervisar y educar para que nuestros hijos aprendan a hacer un uso consciente, seguro y responsable de la tecnología.

También existe el reto del exceso de tiempo que pasan algunos niños ante la pantalla, que puede derivar en problemas de sueño, fatiga visual, disminución de la actividad física y de la capacidad de concentración. Por eso, es necesario que las pantallas no quiten tiempo a actividades esenciales como jugar al aire libre, socializar, moverse, leer o aburrirse, ¡que también es necesario! Encontrar este equilibrio es esencial para el desarrollo óptimo de los niños.

En el caso de los juegos, estamos viendo cada vez más una desaparición del juguete tradicional para pasar a uno tecnológico. ¿Cuáles son los peligros de este hecho?

El juego permite a los niños explorar su entorno y aprender cómo funciona el mundo, desarrollando habilidades básicas como la motricidad fina y gruesa, la imaginación y la relación con los demás. Por eso es tan importante el tiempo de juego. Esto es esencial especialmente en las edades tempranas, donde se recomienda que los juguetes sean lo más sencillos posible, sin sonidos ni luces. Cuanto menos hace el juguete, más hace la imaginación del niño.

En cuanto a los juguetes tecnológicos, aunque pueden ser educativos, a menudo promueven un comportamiento más sedentario. Además, los juegos tecnológicos pueden exponer a los niños a contenidos inadecuados si no son debidamente seleccionados y supervisados. Es importante que los padres seleccionen contenidos y juegos adaptados a su edad y que equilibren el uso de juguetes tecnológicos con juguetes tradicionales.

¿Cuál es el tiempo de exposición recomendado para cada grupo de edad?

Para niños menores de 2 años, se recomienda evitar el uso de pantallas, excepto para videollamadas con familiares. Para niños de 2 a 5 años, se recomienda un máximo de 1 hora al día de contenido de calidad. A partir de 6 años para arriba, el tiempo de exposición no debería superar las dos horas diarias.

Más allá del tiempo de exposición recomendado, hay momentos en los que no es recomendable dar una pantalla a un niño, como por ejemplo antes de acostarse, cuando se aburren o para evitar una rabieta, porque esto puede interferir con la su capacidad para aprender a gestionar las emociones de forma saludable.

¿Por qué gustan tanto las pantallas a los niños y por qué les cuesta dejarlas cuando están usándolas?

Las pantallas están diseñadas para ser atractivas y estimulantes. Los juegos y aplicaciones ofrecen a menudo recompensas inmediatas, lo que activa el sistema de recompensa del cerebro y hace que sea difícil dejarlas. Los colores vivos, los sonidos, la novedad constante de los contenidos y la sensación de éxito inmediato son factores que hacen que los niños quieran seguir utilizando sus pantallas.

¡Nos pasa también los adultos! ¿Quién no ha entrado en Instagram o cualquier red social con la intención de echar un simple vistazo y se ha quedado enganchado un buen rato a causa del scroll infinito? Si nosotros que somos adultos y tenemos el cerebro plenamente desarrollado ya nos cuesta dejar a un lado las pantallas, en el caso de los niños y adolescentes cuyo cerebro es inmaduro aún les cuesta mucho más.

¿Cómo conseguir un equilibrio saludable entre el uso de pantallas y otras actividades?

Para conseguir un equilibrio saludable es importante establecer normas claras y consensuadas sobre el uso de pantallas. Por ejemplo, podemos acordar previamente los contenidos, dispositivos y límite de tiempo. Podemos dejar anotadas estas normas en un lugar visible de casa para que todos lo tengamos presente.

La comunicación, la paciencia y la supervisión son claves para contribuir a que el uso de la tecnología sea positivo y no interfiera con otros aspectos importantes del desarrollo infantil.

Puede ser útil establecer momentos libres de pantallas, como durante las comidas familiares y una hora antes de acostarse, para promover interacciones familiares y mejorar la calidad del sueño. También habrá que fomentar actividades alternativas al ámbito digital. Promover actividades en familia, tiempos al aire libre y juegos físicos son estrategias efectivas.

No olvidemos que los niños aprenden por imitación, así que es importante que los padres demos ejemplo con un uso responsable de la tecnología, mostrando cómo se puede disfrutar de actividades sin pantallas y establecer hábitos saludables de uso de la tecnología.

Nuestros hijos deben aprender a vivir con y sin tecnología, no podemos dar la espalda a la realidad. Eso sí, será clave nuestro acompañamiento, la autonomía progresiva y el establecimiento de normas para hacer un uso adecuado y consciente de ello.

Por eso es importante que madres, padres y profesorado estemos al caso tanto de las ventajas que nos ofrece la tecnología como de los retos, para tomar decisiones con criterio y establecer las medidas necesarias.

Lo que resulta evidente en la franja de edad de los cero a los 12 años es que es necesario un control de lo que hacen los niños con la tecnología. ¿Qué consejos daría a las familias para que se aseguren que sus hijos utilizan la tecnología de forma segura y adecuada?

Establecer normas y límites es básico. Además, es necesario seleccionar contenidos adecuados y supervisar su uso. Es positivo implicarnos en sus actividades digitales e interesarnos por lo que ven y les gusta. De esta forma, podemos convertir el tiempo de pantalla en un tiempo familiar en lugar de una actividad únicamente individual.

También existen herramientas de control parental para limitar el acceso a contenidos inapropiados y gestionar el tiempo de uso de las pantallas. Sin embargo, mi recomendación es no delegar toda la responsabilidad en estas herramientas, sino dedicar nuestra energía y esfuerzo al diálogo, confianza y establecimiento y seguimiento de normas. Educar, en definitiva.

¿Cómo pueden los padres educar en el buen ejemplo?

Los padres podemos educar en el buen ejemplo empezando por ser conscientes de nuestro propio uso de la tecnología, así como limitando el uso de pantallas delante de los hijos, estableciendo tiempo y espacios sin tecnología, y evitando compartir en la red información y fotos de los nuestros hijos sin su consentimiento (sharenting).

Del mismo modo, es crucial evitar el phubbing, es decir, ignorar a los hijos por estar pendiente del móvil. Además, podemos fomentar una cultura familiar de comunicación y respeto, en la que se valoren más las interacciones personales que las digitales.

Utilizar herramientas como la aplicación de Bienestar Digital para monitorear y gestionar el tiempo de pantalla también puede ser útil para dar un buen ejemplo a nuestros hijos.

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