Descubre qué es el sharenting y cómo preservar el derecho de tu hijo a la intimidad

En el post de hoy «Mamá, papá: yo también tengo derecho a la intimidad» comparto mi última publicación en El Periòdic. Podéis leer el artículo original en catalán aquí. Y a continuación os dejo la traducción al español:

 

Mamá, papá: yo también tengo derecho a la intimidad

Las redes sociales forman parte de nuestra vida. Las utilizamos no sólo para estar informados de lo que ocurre en el mundo, sino también para mantenernos en contacto con amigos y familiares, para conocer gente nueva, para expresar nuestras opiniones… Sin duda, la conexión digital está muy presente en nuestro día al día y nos aporta numerosos beneficios y comodidades, pero no podemos negar que también puede generar efectos nocivos.

Una de las consecuencias negativas es la sobreexposición en la que cada vez más personas caen, convirtiendo su vida en una especie de Gran Hermano, colgando en su feed lo que hacen a lo largo del día, hasta el punto de narrar qué están haciendo cada instante en tiempo real. Todo ello para que sus seguidores puedan verlo y admirarlo a cambio de un puñado de likes.

Dejando a un lado las connotaciones psicológicas de estas prácticas cuando se llevan al extremo (búsqueda de sentimiento de pertenencia, necesidad de aprobación y reconocimiento), una persona adulta tiene el derecho a decidir qué parcelas de su intimidad quiere compartir con el mundo. El problema viene cuando esto implica a otras personas, especialmente a los niños, que desgraciadamente tiene poco que decir.

La publicación masiva de información personal de nuestros niños en las redes recibe un nombre: sharenting. Esta palabra procede de la combinación de dos términos en inglés: share (compartir) y parenting (paternidad). Por tanto, sharenting hace referencia al uso de internet, especialmente las redes sociales, para compartir imágenes, vídeos e información personal de nuestros hijos.

Hoy en día podemos encontrar miles de fotos de niños y niñas en redes sociales como Instagram, Facebook o TikTok. Algunos menores tienen incluso sus propios perfiles en las redes, creadas y administradas por sus padres. Hay también numerosos perfiles de madres en Instagram conocidas como instamamis que publican a diario las anécdotas y momentos cotidianos de sus hijos. ¿Dónde queda la privacidad de estos niños? Sus recuerdos, anécdotas, pensamientos, travesuras… Todo su día a día es conocido y opinado por miles y miles de personas. Aunque es una práctica muy habitual, no podemos obviar que entraña riesgos.

Cuando una madre o padre comparte fotos o información personal de su hijo en las redes no lo hace pensando que le puede estar perjudicando.

En la mayoría de los casos se hace desde el cariño, la admiración… Hay mucho desconocimiento de los peligros, por eso es bueno estar informado sobre cómo configurar la privacidad de nuestros perfiles y qué líneas rojas no deberían cruzarse.

No olvidemos que lo que compartimos en internet deja de estar bajo nuestro control. No somos conscientes del alcance que puede llegar a tener lo que compartimos, en qué manos se cae, con qué mirada se interpreta, qué críticas y opiniones genera. Algunos peligros que puede suponer esta práctica:

Falta de privacidad

Al compartir imágenes e información de los menores les estamos creando una huella digital que afecta a su privacidad e intimidad.

Ciberacoso

El acoso ha existido toda la vida, pero con el uso de internet los abusadores pueden esconderse detrás de una pantalla y disponer de fotografías e información para atacar a la víctima. A menudo el problema no es tanto el contenido que exponemos en internet, sino la persona que lo interpreta y utiliza esta información para hacer daño, atacar, amenazar, redistribuir, mofarse… De esta forma, al compartir ciertos momentos de nuestros hijos podemos provocar, sin querer, que el niño reciba algún tipo de acoso, llegando a afectar a su reputación y perjudicándole tanto en el ámbito social como escolar.

Pedofilia

Quizá publiquemos una inocente fotografía de nuestro bebé desnudo bañándose en la playa, pero esta foto no se ve de forma inocente desde la mirada de un pedófilo. Una imagen que para nosotros es entrañable puede tener connotaciones sexuales para otras personas y utilizarse con fines perversos. Una vez subida, la imagen es pública y la pueden descargar, compartir y utilizar para quien sabe qué.

Para prevenir estos peligros y poder gozar de las ventajas que nos ofrecen las redes podemos tener en cuenta estas recomendaciones:

  • Antes de publicar, reflexiona: ¿eso que quiero compartir puede afectar a la autoestima o al autoconcepto de mi hijo?
  • Configura la privacidad de las redes para asegurarte de qué datos estás haciendo públicos.
  • Desactiva la función de geolocalización antes de compartir fotografías y vídeos de los niños.
  • Procura no mostrar su cara (fotos de espaldas o perfil) o bien puedes pixelarlas.
  • Pregúntate antes de compartir si la persona que lo recibirá es de confianza.
  • No compartas imágenes de tus hijos desnudos o con poca ropa.
  • Evita compartir información personal que pueda identificarle: uniforme de la escuela, lugar donde hace las extraescolares, nombre y datos personales…
  • Cuando los niños tienen capacidad de decisión, deberíamos consultarles antes de publicar.

Procuremos encontrar un equilibrio entre nuestro derecho a la libertad de expresión y el derecho de nuestros hijos e hijas a la intimidad.

 

 

Mamá, papá: yo también tengo derecho a la intimidad - cristic

 

Te dejo a continuación un par de entradas relacionadas con el uso de la tecnología, por si te interesa seguir leyendo sobre este tema: